Otra parte de la historia
Otra parte de la historia
Es el niño mimado, permanece en
un sitio especial de la biblioteca de su propietario con todos los cuidados que
debe tener, solo unos pocos han tenido el privilegio de tenerlo en sus manos y
leer con detenimiento, las 377 páginas que reflejan una realidad que contaminó
a Colombia. Cuentan los que conocen mejor su historia que solo se imprimieron
unos 200 ejemplares, de ellos hoy solo quedan unos 15, su título: <<Pablo Escobar
Gaviria en caricaturas 1983 – 1991>>.
La portada, el lomo y la
contraportada son en un fino y suave cuero café oscuro, con la firma de Escobar
y su huella dactilar en oro.
En sus primeras líneas el libro
detalla cómo, de dónde y por qué, el gobierno colombiano importó las semillas
de coca, las amargas paradojas de la vida. Luego aparecen algunas fotografías
de Escobar que dan paso a los dibujitos recopilados de diferentes autores y
publicaciones. Todo es una sátira alrededor de la política, la mafia y hasta el
deporte.
Así lo encontraron
Los días transcurrían en medio de
una armonía deseada, el frío habitual de las montañas de Envigado y su
tranquilidad con olor a campo, ya habían invadido todos los rincones de la
Catedral, la llamada cárcel de máxima seguridad construida por Pablo Escobar a
comienzos de los años 90. El sosiego y la paz que se vivía, contrastaba con las
bacanales y los asesinatos ocurridos al interior de sus muros.
Esa serenidad también era el yang
del yin al que se habían enfrentado algunos hombres del Bloque de Búsqueda de
la Policía Nacional de Colombia, encargados de custodiar ese lugar. En sus
ahora apacibles charlas recordaban los miles de operativos, carros bomba y
demás peligros que enfrentaron antes de ser dado de baja el jefe del cartel de
Medellín.
Para ese momento la Catedral, que
era más un hotel cinco estrellas que una prisión, ya empezaba a parecer un
queso gruyere, con huecos y huequitos por todos lados. En las caletas habían
encontrado joyas, dólares, fotos, armas, pesos colombianos, documentos de
propiedades y hasta papeles que certificaban la compra de bombas en Centro
América.
Por ser uno de los más antiguos,
tener un historial intachable y a la vez el de mayor confianza, se encargó al
agente Gael Coba (*) para custodiar la habitación que hospedaba a Escobar.
(*) Nombre cambiado para proteger
la identidad.
- ¿Cuénteme cómo recuerda la
Catedral y cómo era la habitación de Pablo?
- Todas las habitaciones tenían
un lujo muy verraco, con cobijas térmicas, licores, televisores grandísimos; es
más, debajo de la pieza de Pablo había una taberna y al fondo como una celda
para tener a alguien castigado. Imagínese que la cancha de futbol era como una
profesional, tenían avioncitos para aeromodelismo, gimnasio privado y otra
cosa, esa gente era enferma por la pornografía, había fotos de muchas modelos y
actrices... Eso era una finca.
Con el pasar de los días y las
noches la curiosidad ganó la partida, el agente Coba (*) empezó a leer los
libros de diferentes autores que Pablo tenía en varias repisas, en ellas se
destacaban cuatro muñequitos de la policía, unos decían que eran los amigos del
capo, mientras otros afirmaban que eran sus enemigos.
El llamado Libro de Oro (Foto El Tiempo)
Cuando encontró el libro, por
demás vistoso, lo que más llamó su atención fue las letras en oro, su contenido
fue devorado en cuestión de horas.
Paradójicamente la publicación se
terminó de imprimir el 2 de junio de 1992 y Escobar se fugó con sus secuaces el
21 de julio del mismo año, es decir un mes y 20 días después. Tal vez por eso
solo alcanzó a regalar unos cuantos con dedicatoria. Los otros permanecían
tapados con una fina tela, como los dejó Pablo.
Página interior del libro
Las visitas a la Catedral solo eran
posibles con un permiso especial de la fiscalía, así fue como un día llegó una
de las hermanas del capo, con el fin de llevarse todas las pertenencias de
Escobar que había en la habitación principal.
Ese día el agente se dio cuenta
que jamás volvería a ver esa publicación. Mientras un sudor frío se apoderaba
de su cuerpo tomó el libro personal de Pablo, el que tenía solo para él, y lo
guardó rápidamente. Hoy casi 30 años después lo sigue guardando como un testigo
silente, en el que se plasmó irónicamente, parte de la sangrienta historia de
Colombia.
La historia del agente
Comenzó en la Policía de
carambola, solo quería solucionar su situación militar, pues su ilusión de
adolescente era entrar a la Armada. Sin embargo, le fue cogiendo amor a la
institución y decidió quedarse.
En 1989 se encontraba en
Buenaventura cuando asesinaron a Luis Carlos Galán Sarmiento, y fue llamado a
conformar el grupo Élite de la Policía Nacional. Como particularidad sus
integrantes eran solo hombres solteros. Comenzaba la persecución, <<en
serio>>, contra Pablo Emilio Escobar Gaviria.
El entrenamiento fue en Bogotá
con el grupo SAS, Special Air Service, división élite del ejército británico
con fama ganada desde la Segunda Guerra Mundial. En las charlas les advirtieron
que muchos iban a morir, que los iban a atacar hasta con bombas y así fue.
La mano de la muerte, huesuda y
fría, se ensañaba con más fuerza sobre esta Colombia espinosa, resultado de los
desperdicios y la cicuta incubada en las mentes más crueles paridas por la
violencia. Lo que más aterrorizó a estos hombres fue el millón de pesos que
ofrecía Pablo Escobar por policía muerto.
- ¿Agente recuerda el primer
carro bomba contra ustedes en esa época?
- Eso fue en <<Pan de queso>> en Medellín, murieron nueve policías. Ese día el resto estábamos haciendo requisas. Luego hubo otro carro bomba en el Hotel Intercontinental, en la Plaza de toros de Medellín. En la estación de Laureles mataban policías todos los días, nos dolía ver nuestros compañeros muertos.
Operativos de la Policía
en Medellín
- ¿Que les decía la gente en los
barrios cuando ustedes llegaban a hacer operativos?
- Cuando Pablo
se vuela la gente empezó a decir en las calles que se podía convertir en
piedra, o en un árbol, o en lo que él quisiera. Se empezaron a tejer mitos
urbanos, nos decían: <<El tipo puede estar al lado de ustedes y ustedes
no se dan cuenta, no lo ven>>.
- ¿Qué más
pasaba en las calles?
- Cuando salíamos a las calles la gente nos
echaba la bendición, eso daba miedo, la gente se nos hacía de lejos, los carros
nos andaban de lejos. Los del Cuerpo Élite manteníamos encerrados, no teníamos
novia ni salidas ni nada, nos tenían muy controlados, además porque hubo muchos
policías que trabajaban con el cartel de Medellín, entonces citaban a los
compañeros en algún sitio y los mataban.
El agente Gael
hace una pausa, su mirada se pierde mirando al horizonte de la nada mientras
unas gotas de agua se cruzan por sus ojos, toma aire y continúa su relato.
- Fue una época
muy dura, desaparecieron muchos compañeros, salían y no volvían, los
torturaban, los desaparecían, otros se volvieron locos por la situación que se
vivía allá. Los operativos eran muy verracos, persecución constante, retenes,
requisas, allanamientos.
Su mente escarba
en las efemérides de una confrontación que se alimentaba de los desperdicios
humanos, de la cruel venganza que todo lo intoxicaba y aún lo sigue haciendo…
la sed de venganza de unos y otros no tenía límite.
- Agente, usted
me dice que sentían miedo. ¿A qué huele el miedo, cómo lo define?
- El miedo es
verraco, es una sensación de incapacidad, de zozobra, de sin saber que puede
pasar, a eso huele el miedo, no poder tener el control de determinadas
situaciones.
Sus recuerdos dan un salto en el
tiempo y se transportan por la autopista que conduce al pasado, así llegan nuevamente
a la Catedral.
- Imagínese que
un día que estábamos de descanso nos quedamos a jugar fútbol. Entonces la
Fiscalía llegó con un capturado, y lo llevaron a una esquina de la cancha y
empezaron a escavar. Encontraron unas prendas que al parecer eran de los
Galeano y los Moncada, no encontraron huesos ni nada, solo la ropa. Al parecer a
ellos los mandaron a subir a hacerles un reclamo de sus negocios y los mataron…
ahí se dio la creación de los Pepes.
Con la muerte de
Escobar, la cual se les ha atribuido a tres personas diferentes, entre ellas un
hermano del también narcotraficante alias <<Don Berna>>, las cosas
empezaron a cambiar.
- Cosa
increíble, la gente quería mucho y apoyaba a Escobar, pero cuando murió era lo
contrario por tanta cosa. La gente estaba cansada de Pablo, ya muchos muertos,
mucha matanza de gente… y la gente estaba cansada. Esa vez la gente empezó a aplaudirnos,
hasta nos paraban a darnos las gracias y regalarnos plata.
Los que quedan y la subasta
El 90% de los libros terminaron
quemados y en cenizas, así lo dispuso la familia del capo en Medellín; otros
que alcanzó a regalar Escobar, fueron despedazados por sus dueños para evitar
ser vinculados con el flagelo del narcotráfico. Son muy pocos los que quedan.
Se sabe de uno que reposa en el museo
de la Policía, otro en la Biblioteca Luis Ángel Arango, dos en la Hacienda
Nápoles y uno más en poder de un biógrafo de Pablo radicado en la capital de
Antioquía.
A finales del año 2004 la afamada
casa de subastas Christie’s ofreció uno en cien mil dólares. Sin embargo, el
hijo de Pablo Emilio Escobar Gaviria ha hecho todo lo legalmente posible para
evitar este tipo pujas económicas. Mientras que el 2005 una página de internet
ofreció otro libro por $140 millones de pesos.
Todo esto hace que el libro que
permanece celosamente guardado en la casa del agente Gael (*) cobre
significativa importancia, no solo por ser uno de los pocos que aún perdura en
perfectas condiciones, sino por haber sido el libro personal de Pablo Escobar.
- ¿Usted que quisiera hacer con
ese libro?
- El libro venderlo, si alguien
me ofrece. Hay unos que venden en 40 mil dólares por internet, hay personas que
dicen que solo vale tres mil dólares. Pero ninguno tiene la historia que tiene
este, y lo que vale es la historia.
Elkin Raúl Coronell Cadena
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