Y el Covid-19 ahí

Y el Covid-19 ahí

imagen cortesía @seloexplicoconplastilina


La lluviosa mañana del 17 de agosto de 2020, quedará marcada para siempre en la vida de Armando Carrillo Dousdebes. Ese día a las 6:00 a.m. acudió a urgencia de la Clínica Primavera en Villavicencio, pues presentaba fuerte dolor de cabeza, fiebre alta y tos persistente. El día anterior intentó por medio de la página de su EPS conseguir atención, pero no lo logró.

 

Presentía que estaba positivo para Covid-19, pero guardaba la esperanza de estar equivocado. Su presagio se debía al haber estado como lazarillo de un familiar, que fue internado por problemas cardíacos días antes, y darse cuenta que las medidas de bioseguridad desde la ambulancia que los transportó, hasta en el interior del centro hospitalario, presentaban serias deficiencias.

 

La enfermera que lo atendió le dijo que debía esperar afuera, pues hasta las 11:00 a.m. el médico empezaba a atender, y por los síntomas podía ser Covid-19. Solo faltó que le dijera “Tranquilo Bobby, tranquilo”.

 

La persistente llovizna y el creciente malestar lo obligaron a regresar a la casa, decidió aislarse voluntariamente, mientras seguía insistiendo por internet a través del portal de su EPS.

 

Al siguiente día llamó a la secretaría de salud de Villavicencio, para informar que posiblemente estaba contagiado. La respuesta fue.

 

- Usted tiene que hablar es con su EPS.

 

Armando lo único que intentaba era ser responsable y avisar a las autoridades sanitarias… Tampoco hubo atención.

 

Durante los siguientes 14 días soportó los síntomas tomando Moringa VM – 100, ibuprofeno y aspirineta, todo recomendado por un médico amigo.

 

Con los dedos casi chatos de tanto insistir por teléfono y por el computador, la EPS llegó hasta su casa a hacerle el examen. El dictamen fue inmediato.

 

- Don Armando, usted está respirando mal, váyase para la clínica.

 

Él les explicó la mala experiencia dos semanas atrás. Entonces le recomendaron ir a la Clínica Meta, así lo hizo.

 

Llegó a la puerta del centro hospitalario, mientras daba los síntomas, entregó la cédula y pasó en menos de cinco minutos a triage. Le hicieron cambiar el tapabocas que llevaba y lo pasaron a rayos x.

 

- Tiene un pulmón colapsado, le dijo la médica, vamos a dejarlo esta tarde en observación.

 

Sobre las 3:00 p.m. un amigo le hizo llegar unas galletas, un chocorramo y un litro de agua, pero ya había perdido el sentido del gusto. A nada le supo.

 

Una hora después la médica le ordenó una gasometría, el examen para medir el nivel de oxígeno en la sangre. Estaba por debajo de 85%, por lo que ordenaron hospitalizarlo.

 

A cuidados intermedios

 

Las cuatro largas, oscuras y desesperantes noches en esta sala, le sirvieron a Armando para entender los dulces besos de la vida. En su mente se entrelazaban recuerdos del pasado, vivencias del presente y una nueva oportunidad en su futuro.

 

Pudo ver cómo un paciente, consciente de lo que hacía, maltrató física y verbalmente a las enfermeras que intentaban ayudarlo a recuperarse… También pudo ver cómo La Parca se llevó a un paciente diagnosticado de Covid-19, lo supo porque escuchó y vio a una enfermera llorando sin consuelo y doblada del dolor a las patas de la camilla.

 

Las compañeras llegaron a consolarla, supo en ese momento que la persona que se dejó llevar por el sueño eterno, era familiar de esa heroína sin capa. Media hora después con los ojos hinchados siguió atendiendo otros pacientes, mientras el cuerpo de su familiar era sacado en una bolsa.

 

- La vocación de mi vida es servir… Dijo cuando entregó turno a las 6:00 a.m.

 

Armando se recuperó a pesar de sufrir algunas alucinaciones, y regresó a su casa, en el camino volvió a sentir la brisa en su rostro y las ganas de vivir corriendo por sus venas.

 

Gracias a su responsabilidad y los cuidados que tuvo, no contagió a doña Elvira Dousdebes de Carrillo, su mamá, una hermosa mujer de tez blanca y ojos hermosos como un manantial que ya tiene 83 años… Además, hace unas arepas espectaculares. Doy fe.

 

 

Las heroínas también son vulnerables

 

- Yo empecé a sentir síntomas una noche que estaba trabajando en trauma, me dolían las piernas y cuando caminaba sentía puntillas en las plantas de los pies.

 

Esos son los primeros recuerdos que tiene Alejandra Castaño*, enfermera que trabaja en la Clínica Meta, quien se contagió mientras ayudaba a otros a superar el Covid-19.

 

- Esa misma noche la clínica estaba en su punto máximo de capacidad, y tuve que apoyar la zona de respiratorios también. Yo tenía puestos todos los implementos de bioseguridad, pero el malestar era creciente con el paso de las horas.

 

Al llegar a su casa se quedó dormida, pero la despertó la desesperante sensación de no poder respirar. En medio de la angustia recordó sus conocimientos, y optó por ubicarse boca bajo, en la posición Decúbito prono. Se sintió mejor y volvió a caer en brazos de Morfeo.

 

Al otro día debía presentarse a trabajar, pero la presión en el pecho y el dolor de cabeza empezaban a tornarse insoportables para esta mujer, que está acostumbrada a ver al dolor de frente.

 

Se comunicó con su jefa inmediata quien la tranquilizó y le ordenó exámenes más rápido que inmediatamente. Le hicieron la prueba de antígeno y el resultado que se entregó en cuestión de minutos, no sorprendió a nadie. Positiva para Covid-19. Por fortuna estaba saturando bien, es decir el nivel de oxígeno en la sangre estaba por encima de 96%.

 

Lo que siguió fueron 10 interminables días de aislamiento en su habitación, con los medicamentos que le ordenaron. La puerta de esa extraña prisión momentánea solo se abría para que le pasaran la comida.

 

Tuvo tiempo para saber quiénes eran sus amigos y reevaluar su vida. Esta mujer fuerte, acostumbrada a mirar la realidad de la existencia, la esperanza, y ver cómo muchas veces la muerte rompe el hechizo de la vida en los rostros de sus pacientes, fortaleció aún más su carácter.

 

En su mente se repetía que debía superar al Covid, pues aún le faltaba sacar adelante a su pequeño hijo, regalarle una casa, y graduarse como psicóloga. Tres de los muchos sueños que tiene esta heroína que se viste de enfermera todos los días.

 

Finalmente se recuperó, pero quedó con secuelas durante los próximos tres meses, mientras recupera sus defesas, según le dijo el médico.

 

La irresponsable

 

Foto cortesía @seloexplicoconplastilina


- Eso es pura mentira, eso no pasa nada… Además de algo se tiene uno que morir.

 

Esas eran las palabras de Marcela Quintero en plena pandemia. Era común verla andar sin tapabocas, ir a fiestas privadas a escondidas de su novio Sebastián, y pasar algunas tardes y noches en las casas de sus “amigas”.

 

El pez muere por la boca, eso dice el refrán de los pescadores para referirse a las personas que hablan con arrogancia y petulancia. Y así fue. Marcela se contagió de Covid y nunca supo dónde, o no quiso decir.

 

Solo le avisó a su familia, la cual estuvo expuesta varios días, cuando ya había perdió el olfato y el gusto. El terror del virus, algunas veces mortal, y que llegó para quedarse la invadía, a sabiendas que su papá es diabético e hipertenso, guardó silencio hasta que no soportó los síntomas.

 

En lugar de ir lo antes posible a urgencias prefirieron esperar unos días, pero nada mejoró. Ocho días después de soportar fuertes dolores de cabeza, fiebre alta y no comer casi, fue a que le hicieran el examen… Positivo para Covid.

 

15 días en los que tuvo que masticar sus palabras desafiantes y aferrase a Dios como su única esperanza, en un encierro cuya única distracción, era la ventana de su habitación.

 

Al recuperarse olvidó los rezos y promesas hechas… Solo eran palabras de mujer recién parida dicen en el Llano.

 

Volvió a las andadas con sus viejos amigos en bares y discotecas, se le ha vuelto a ver en un barrio ubicado al sur de Villavicencio, departiendo en una de las tiendas esquineras más conocidas de ese lugar.

 

De no terminar

 

El pasado 9 de octubre de 2020 la selección Colombia derrotó a Venezuela en partido por las eliminatorias al mundial de Catar. A eso de las 6:30 p.m. pasé por el sector de la glorieta de la Grama donde funcionan unos ocho bares muy seguidos el uno del otro.

 

Habían unas 200 personas libando y llegaban más, ninguna cumplía con los protocolos de seguridad, los bares menos.

 

En mi mente no veía los avisos luminosos de los bares… Veía uno solo grande agrupándolos a todos que decía “Contamíname”, y encima de ese aviso rojo sangre, la Hoz de la Parca, con sus cortes certeros cercenando el alma de los cuerpos.

 

Ese día se reportaron 163 contagios y ayer 29 de octubre se registraron 230 nuevos casos en el Meta… El incremento de las cifras es evidente.

 

Si hay aliados infalibles del Covid-19 son los irresponsables.

 

Elkin Raúl Coronell Cadena

 

N.del.A Alejandra Castaño*, nombre cambiado por solicitud de la protagonista.

Comentarios

  1. Cada evento, es una cruenta muestra de soberbia y desafío,...

    Gracias por contarnos está. Cruel verdad de testarudez. ...

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