Apuesta por una reina
Apuesta por una reina
Cuentan que todo empezó en una
noche de juerga. El exceso de licor y el dinero mal habido los hacía creer
invencibles, algo así como la legión del mal, famoso grupo de enemigos de la
liga de la justicia en los dibujos animados de los Súper Amigos.
Todos los asistentes a esa fiesta
tenían nexos con el narcotráfico, que para esa época compraba todo, desde las
jóvenes mujeres que los acompañaban a esos foforros, hasta un juez de la
República.
En uno de esos brindis llenos de
prepotencia y comentarios sobre cómo coronaban sus vuelos, se creó una millonaria
apuesta entorno a otra coronada. El Reinado Nacional de la Belleza.
Como si se tratara de comprar una
yegua de paso, pusieron precio entorno a la apuesta de inscribir y hacer elegir
como señorita Colombia a una mujer casada. El plan se selló con más wisky, versiones
sin confirmar de ese entonces hablan de un par de millones de dólares.
La escogida, una exuberante mujer
llamada Catherine Sánchez, quien fue inscrita para representar al departamento
de Amazonas, la coartada perfecta, pues
la Reina de Colombia era en ese momento la espectacular Paula Andrea
Betancourt. El rompecabezas de la mentira encajaba a la perfección.
El gobernador de Amazonas hizo
los trámites respectivos para la inscripción de la candidata, aquí jugó un
papel determinante el diseñador Jaime Arango, quien justamente el año anterior
había llevado a Paula Andrea Betancourt a ganar el cetro.
Cartagena, la ciudad que enamora,
la de los amantes sin tiempo y atardeceres de película; si hay una ciudad
cómplice de amores e historias esa es La Heroica. Esa misma Cartagena Celestina,
en noviembre se transforma, todos son expertos en belleza, o “reinólogos”, como
alguna vez me dijo un vendedor de ceviche en la playa del Hotel Caribe.
El vuelo real llegó a comienzos
de noviembre, y el escándalo, venía abordo con una banda de reina atravesada
del hombro a la cintura con el nombre de Amazonas.
“El corre ve y dile” empezó a
inundar desde la sala de prensa del reinado, pasando por el muelle de Los
Pegasos, hasta llegar al mercado de Bazurto. Catherine Sánchez representante
del Amazonas no tenía nada de señorita. Era una mujer felizmente casada hacía
meses.
Los periodistas no perdían oportunidad
para cuestionar por el verdadero estado civil de la candidata, las preguntas se
repetían de diferentes formas con el mismo objetivo, esclarecer la verdad. Ella
siempre lo negaba y tanto las directivas del concurso como sus compañeras de
reinado, apoyaban y consolaban a Catherine, quien con lágrimas de cocodrilo se
resguardaba en la buena fe de todos.
El temido día para las reinas
llamado “La prueba de fuego” llegó. Era el desfile en traje de baño ante los
medios de comunicación, ahí se empezaba a definir todo. Adriana Villamarín,
periodista de orden público de NTC Noticias, fue enviada como reportera a ese
reinado a manera de castigo. Vivía más perdida que un brassier en las rodillas,
a ningún evento la dejaban entrar por ir siempre vestida con sus botas todo
terreno y sus jeans mero mugre.
Ese día logró entrar de la mano
del siempre amable diseñador Alfredo Barraza, quien la rescató a la entrada y
la sentó al lado para darle un curso intensivo de reinas. – Yo te voy a ayudar,
- le dijo Alfredo.
El desfile privado en el Claustro
de las Ánimas del Centro de Convenciones, comenzó con un singular solazo a las
9:00 a.m. y una de las primeras en salir fue Catherine Sánchez; hasta Barraza,
experto en este tipo de eventos quedó asombrado y la metió inmediatamente entre
las finalistas. El cuerpo y la pasarela de esta mujer eran de muerte lenta.
Ese favoritismo lo único que
logró fue incrementar las rumores y las sospechas, por su parte Yiya Villamarín
seguía atenta a las enseñanzas de su nuevo mentor.
- Esa tiene culo de “bolsa e´
leche”, mira cómo se mueve.
- Mira esta trae piernas de
analgésico. – Así les decían cuando les aplicaban un spray igual al de los
futbolistas para tensar la piel y hacerla ver más firme.
El ojo de Alfredo no se
equivocaba mientras Adriana tomaba atenta nota.
Al terminar el desfile las
favoritas para algunos expertos eran Catherine Sánchez y Carolina Gómez, pero
el mismo tiempo la mentira se hacía insostenible.
Patricia Moreno quien era la
chaperona con más experiencia para ese entonces, 1993, y que gozaba de toda la
confianza de doña Tera y Raimundo, tomó el toro por los cachos y confrontó
directamente a Catherine en el segundo piso del hotel Hilton, el cual era
reservado solo para las candidatas.
Una vez más la candidata, entre
sollozos, se declaró inocente mientras insistía en la versión de un montaje en
su contra.
Esa misma noche se cayó la gran
mentira, el noticiero CM& entrevistó al sacristán de la iglesia San Juan
Ávila en el norte de Bogotá, lugar donde un año antes Catherine se había casado
con el capitán de aviación David Francisco Quiñónez.
El encargado de guardar la
iglesia y ayudar al sacerdote en la Santa Eucaristía no faltó al octavo
mandamiento y contó la verdad. Reconoció el rostro de la falsa señorita y
aseguró sin temor a equivocarse, haber sido testigo de su matrimonio.
El siguiente día fue sin duda el
más vertiginoso de todos los reinados hasta hoy. Las directivas del certamen ya
con pruebas irrefutables en la mano, se reunieron a puerta cerrada con
Catherine en la habitación del hotel, casi una hora de tensión hasta que
admitió la verdad, firmó un documento y se finiquitó su salida con la
responsabilidad de una falsedad que aún hoy la persigue.
Paralelamente David, el esposo
que se había hecho pasar por novio y su principal cómplice en esta entramada,
viajaba a Cartagena para recoger a su consorte en una avioneta privada.
Más de 100 periodistas se
apostaron a la puerta del hotel para captar la salida de la mujer que
escandalizó a Colombia, pero ninguno logró nada. Catherine fue sacada por el
ascensor de servicio y salió por una puerta lateral del edificio en una escena
digna de Misión Imposible.
Abordó un taxi con el que
despistó por un momento a los reporteros, y unas cuadras más adelante, se pasó
a una camioneta que la llevó directamente a la plataforma del aeropuerto Rafael
Núñez.
Allí la esperaba otro hormiguero
de periodistas, que corrían de un lado para otro, con la única intención de
lograr algunas palabras de la ya confesa culpable.
La avioneta fue ubicada detrás de
un avión que impedía la visualización, sin embargo, el camarógrafo Germán
Palma, quien siempre tenía una intuición distinta, se ubicó en otro lado y fue
el único en lograr las imágenes.
La avioneta despegó y pasó un
buen tiempo para volver a tener noticias de Catherine, por ejemplo, después se
supo que tenía dos meses de embarazo cuando llegó a participar.
El informe de Yiya fue algo así
como una noticia judicial, alejada del lenguaje habitual de los periodistas de
entretenimiento.
Cartagena entera solo hablaba de
la señora Amazonas. En el portal de los dulces se escuchaban comentarios de
todo calibre… Una de esas negras querendonas se atrevió a decir desde su
sabiduría popular. “Todas las mentiras son como el yogurt… Tienen fecha de
vencimiento”.
Y para ponerle la cereza al
pastel, un año después la ya madre Amazonas, regresó al reinado para
promocionar su calendario en el cual aparecía semidesnuda… “Tras de ladrón
bufón”, se escuchó decir en las oficinas del reinado.
Elkin Raúl
Coronell Cadena
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