Entre el olvido y el amor
Entre el olvido y el amor

Era el décimo asalto de una pelea
pactada a doce rounds, la tensión crispaba los nervios de los contendores que
se estudiaban con sigilo y táctica buscando el momento justo para golpear, el
amor ganaba por puntos al olvido, pero lo estaba pasando mal en los últimos
tres asaltos, de repente todo cambió. Un uppercut seco y ascendente a la
mandíbula del cariño mandó a la lona al amor que cayó de bruces.
Empezó el conteo, en cámara
lenta, como si fuera una de las películas de Rocky Balboa. Uno, dos, tres, el
contrincante caído se empezó a levantar a la velocidad del morrocoy, pero con
su misma perseverancia; cuatro, cinco, seis; con las cuerdas terminó de
levantarse sin saber en dónde estaba, se escuchó el conteo de protección por
parte del réferi que era la vida misma y ding, ding, ding, sonó la campana.
El olvido sintiéndose ganador y
arreglándose su pantaloneta negra con líneas grises que hacían juego con sus
botines del mismo color, se fue a su esquina donde lo esperaba el orgullo, su
entrenador. Se sentó en el banquillo mientras la soberbia, asistente del
orgullo le lanzaba agua fría en su rostro, a la vez que la prepotencia que
hacía las veces de cutman intentaba cerrar el corte en la arcada supraciliar
izquierda con una plancha fría (pequeño objeto metálico usado para bajar
hinchazones y cortes), en la cara del olvido están marcadas las huellas de la
batalla librada contra el amor. En sus fosas nasales ponían unos bastoncitos de
algodón con un extraño olor a lejía.
En la esquina azul estaba el amor
maltrecho, magullado y golpeado por los contundentes golpes recibidos en los
últimos nueve minutos sobre el cuadrilátero, su pantaloneta que era de un
blanco puro e impecable, ahora era una mezcla del singlar color que deja el
agua, el sudor y la sangre que brotaba de su rostro. En su esquina lo auxilian
su técnico que era la pasión, al lado del cariño y la ternura que intentaba parar la hemorragia que brotaba de su ceja derecha. La pasión le indicaba que iban
ganando por puntos, pero que venía lo más duro de la pelea, que evitara intercambiar
golpes y mejor los esquivara mostrando valor y gallardía.
El éxtasis de los espectadores
iba en aumento, las apuestas que en principio favorecían al amor ahora se encontraban
igualadas. Sobre el jardín sede de este enfrentamiento se posaban sendas nubes
negras que presagiaban lo peor, un trueno silenció a los asistentes y a la vez
sonaba nuevamente la campana.
El tercer hombre sobre el ring dio
indicaciones a los contrincantes y al final gritó “BOX”. Una vez más el amor
empezaba a estudiar la oscura estrategia del olvido quien valiéndose de mil
artimañas empezaba a equilibrar las tarjetas de los jueces, el amor siempre
alegre danzaba alrededor del ring, hacía recordar la célebre frase de Mohamed
Alí “floto como mariposa y pico como abeja”.
Llegó el infigthing y en el
intercambio corto de golpes el amor susurraba al odio del olvido frases de
Benedetti, Borges, Neruda, Machado y Cortazar. El olvido sacó una de sus
mejores armas, un golpe bajo cargado de chismes, comentarios mal intencionados
y envidia. A pesar del golpe ilegal la vida dejó seguir el combate, jabs
seguidos de desilusión y traición abrieron una herida más en la cara del amor
que seguía de pie arriesgándolo todo.
Desde la esquina roja el orgullo,
que es la peor distancia, le gritaba al olvido para que en sus puños lanzara
todo tipo de artimañas y así lo hacía, golpes al hígado cargados de traición,
one two de mentiras, el amor acorralado contra una esquina neutral soportaba
agazapado los golpes hasta que llegó uno contundente al mentón, fue una bomba
llena de ingratitud, que dobló nuevamente las bases del amor.
El piso detuvo la rodilla derecha
del amor quien se levantó rápidamente, solo fue un no count – cuando el
boxeador se levanta inmediatamente y evita el conteo- fue como una inyección de
brío, pues la respuesta fue un jab de derecha con la contundencia de los más
bellos recuerdos a la ceja del olvido que nuevamente se abrió y empezó a
sangrar hasta cerrarle el ojo.
Así llegó a su fin el onceavo
asalto, en cada esquina los púgiles recibían atención. Desde el ring side el
amor era alentado por cupido y cientos de enamorados que apostaban a ese noble
sentimiento. En la esquina contraria intentaban detener la hemorragia que ya
tapaba media cara del olvido. La vida como máxima autoridad en el cuadrilátero
llamó al médico quien vio la ceja del boxeador y sugirió parar la pelea, pero
el orgullo usando sus artimañas sacó de
su bolsillo un fajo de sinsabores y malas decisiones del pasado con el que
logró sobornar al galeno y dejarlo salir un round más.
Los jueces ubicados justo a medio
metro de los narradores tenían en sus tarjetas ganando por una mínima diferencia
al amor.
Los contrincantes al centro del
ring mientras la vida les pide que finalicen la pelea de manera limpia.
Suena la campana, comienza el
último asalto y los púgiles sin perder un segundo de los 180 que le quedan al
combate se enfrascan en un temerario intercambio de golpes, croché del olvido,
recto de derecha del amor, swing del olvido, Hook del amor y el olvido responde
con un cross, el frenesí y la adrenalina se apodera de los asistentes. Las
apuestas se cerraron marcando un empate a último minuto.
A falta de 40 segundos los
boxeadores se amarran en un clinch como si sus últimas armas fueran las
palabras, el amor le vuelve a susurrar con pasión canciones de Miguel Bosé y le repite que con amor todo se cura, que
siempre hay que seguir entregado oportunidades. El olvido le contesta con nueve
palabras devastadoras... “No deseo nada contigo, no siento nada por ti”.
Suena la campana y los asistentes
de cada esquina sostiene a sus boxeadores a punto de caer, camarógrafos y
periodistas invaden el ring mientras el presentador recibe las puntuaciones de los
jueces.
Los gritos de lado y lado opacan
el sonido del maestro de ceremonias, quien exige más su garganta para hacerse
escuchar. “Señoras y señores… el ganador de este enfrentamiento por decisión
dividida es… EL OLVIDO.
Al escuchar esto las viejas
chismosas se abrazan con sus lenguas viperinas, el amargo pasado con sus
equivocaciones se entrega al dios Baco, la envidia de propios y extraños se
felicitan entre sí, mientras la hiel le comenta a la cizaña la efectividad de
la cicuta regada durante meses en decenas de comentarios.
El olvido engreído y con
arrogancia se va caminando con dificultad al camerino junto al orgullo, la
soberbia y la prepotencia, allí los espera la obstinación para celebrar. Por su
parte el amor abatido y frustrado va en brazos de la pasión y el cariño, en su
camerino lo esperan la perseverancia y la paciencia para cuidar sus heridas. El
amor no levanta su mirada, no quiere ver a sus seguidores que se sienten
frustrados, va pensando para sí mismo que perdonará, sanará y lo volverá a
intentar. Porque el amor no se ha acabado.
Elkin R Coronell C
Es una radiografia?mi abrazo tqm
ResponderEliminarHola, era un cuento pero parece que se está tornando en realidad. Por favor dejame tu nombre o contacto en redes para seguirte. Gracias
EliminarHijo felicitaciones muy buen escritor
ResponderEliminarFelicitaciones muy bonito cuento sobre todo por que el amor apesar de todas las circunstancias siempre va a dar su batalla para salir triunfante.
ResponderEliminarHola. Gracias por leerme. Seguramente tendrá revancha el amor. Por favor dejame tu contacto en redes para seguirte.
Eliminar😁 👏🏾👏🏾👏🏾👏🏾 Lo que hoy empezó, sólo se acabe cuando los ojos se cierren eternamente.
ResponderEliminarGracias mi pana. Vamos a seguir a ver hasta donde nos da la cuerda. Un abrazo
EliminarTu alma de Guerrero te seguirá por siempre librando luchas y triunfos que te darán la razón al final del camino, .sigue con fortaleza de triunfador pese a las vicisitudes. F Camargo G.
ResponderEliminarGracias primo... ahí vamos viendo que más nos depara la vida. Un abrazo.
Eliminar